viernes, 31 de octubre de 2008

S.O.S. Por la morada y las guaguas de pan


Por: José Nelson Mármol
La globalización tan de moda en nuestros tiempos neoliberales parece que significara solamente el dominio de los países ricos a los del tercer mundo. El subdesarrollo tecnológico e industrial, sumado a la dependencia económica, no permiten que la producción nacional pueda siquiera competir con los países del primer mundo, desde donde nos viene casi todo lo que se consume en nuestro país.

La cultura no es la excepción. En todo sitio, en los centros comerciales, la televisión, la música que reproducen la casi totalidad de estaciones de radio, tras cada paso que damos nos encontramos con expresiones culturales extrañas a nuestra identidad. Estamos, definitivamente, frente a un nuevo período de conquista.

Los niños y jóvenes de nuestro tiempo cada día más van perdiendo las costumbres con las que crecimos y convivimos.



Los juegos y entretenimientos de antaño, que nos ponían en contacto con la naturaleza y nos permitían desarrollar física y mentalmente, van quedando para el recuerdo. Ahora los juegos electrónicos, y la televisión ocupan más a nuestros niños. Y claro, todo el legado cultural que ha marcado la identidad de nuestro pueblo se va desvaneciendo.

La música nacional, las fiestas populares y toda una gama de costumbres y tradiciones parecen convertirse en motivos de vergüenza para la nueva generación. Nuestros jóvenes saben más de rock, punk o heavy metal que de un pasillo, un cachullapi o una bomba. Hasta pareciera que reniegan de lo que suene o asome a nacional.

Y, sin embargo, la riqueza de nuestro país es infinita. A la abundante riqueza del subsuelo, la acuarela multicolor de fauna y flora, la calidez humana de nuestra gente, se debe agregar que somos herederos de una riqueza invalorable de tradición y cultura que debería hacernos sentir orgullosos de ser ecuatorianos.

Ahora el halloween va desplazando a nuestra ancestral costumbre de la morada y las guaguas de pan. La ocasión, a veces única en el año, para el reencuentro familiar en el amasijo de finados y en la preparación de una sabrosa colada morada corre el riesgo de quedar para el recuerdo.
La globalización no solo está empeorando las condiciones de vida de nuestro pueblo sino que cada día va enajenando los rasgos de nuestra identidad cultural.

Defendamos nuestra cultura y no dejemos que la nueva conquista arranque de raíz nuestra identidad. Reunámonos nuevamente en torno a la mesa para el amasijo de finados y la morada.

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