viernes, 31 de octubre de 2008

S.O.S. Por la morada y las guaguas de pan


Por: José Nelson Mármol
La globalización tan de moda en nuestros tiempos neoliberales parece que significara solamente el dominio de los países ricos a los del tercer mundo. El subdesarrollo tecnológico e industrial, sumado a la dependencia económica, no permiten que la producción nacional pueda siquiera competir con los países del primer mundo, desde donde nos viene casi todo lo que se consume en nuestro país.

La cultura no es la excepción. En todo sitio, en los centros comerciales, la televisión, la música que reproducen la casi totalidad de estaciones de radio, tras cada paso que damos nos encontramos con expresiones culturales extrañas a nuestra identidad. Estamos, definitivamente, frente a un nuevo período de conquista.

Los niños y jóvenes de nuestro tiempo cada día más van perdiendo las costumbres con las que crecimos y convivimos.

viernes, 25 de julio de 2008

Homenaje a un hombre de Bronce y de Hierro

Escribe: Marco Quimbiamba

Porque tus acciones, tus palabras y tu ejemplo jamás partirán.
Un homenaje póstumo al hombre de bronce y de hierro.

A lo lejos del camino se divisa un jinete, el más grande de todos: el paso del caballo alazán es perfecto, es el paso de don José Flores, como te conocían; sombrero negro, poncho elegante y fino, pantalón blanco perfectamente alineado...

Tu figura, aunque menuda, nunca dejó de ser grande por tus acciones; tus palabras y tu ejemplo de dignidad y de trabajo, tu piel morena y tus manos recias y fuertes nos mostraron como fuiste forjado por el sol y por la Madre Tierra. Y a pesar de que naciste como hijo del viento, y en carne propia sentiste la marginación, el desamparo y la explotación desde muy niño, jamás te escuchamos renegar de tu suerte. Tu felicidad fue tu familia y tu amor apasionado, el campo. Nos enseñaste cómo se debe trabajar, a pesar de que siempre supiste que te iban a explotar de todas formas, porque la tierra en la cual derramaste sudor y lágrimas nunca fue tuya: esa es la desdicha de muchos que como tú nacieron como hijos del viento.

jueves, 24 de julio de 2008

La orfandad de un idioma

Luis Ángel Saavedra, INREDH

Por esas cosas de familia que nunca hacen saber a los niños, llegué a vivir en Tabacundo, actualmente a una hora al norte de Quito; en ese entonces a tres horas en un bus destartalado que salía a las tres de la mañana y en donde todos los pasajeros debíamos apiñarnos con maletas, ponchos, costales de granos y las ráfagas de viento que se descolgaban del nevado Cayambe.

Tenía ocho o nueve años, era el año en que el "Bombita" derrocó a Velasco Ibarra por lo que en la escuela nos dieron vacación. Estaba en quinto grado y también era la época en que no había jardín de infantes, o pre-escolar, como lo dicen ahora.

El primer día de escuela me sorprendieron con una pregunta: ¿era de la Liga o El Nacional?. Dije "del Nacional", porque me sonaba más a país. En el recreo siempre los encuentros de futbol eran Liga contra Nacional: no había otra opción.