La pátina del tiempo
deja su huella en la vida de un pueblo que es heredero de una historia milenaria.
De ese rico acervo, este 2011 se marca el primer centenario de la vida política
independiente de los pueblos que hoy integran el cantón Pedro Moncayo.
Hace cien años, una
pléyade de tabacundeños pusieron la rúbrica a esa página memorable de la cantonización,
en la que se definió un destino que se ha conjugado entre hazañas de tesonero
trabajo que han patentado grandes obras física, y momentos signados
por las dificultades, pero que no han doblegado el espíritu libertario y
democrático del pedromoncayense de ayer y de hoy.
En efecto, a pesar de
que los primeros años de vida política independiente del cantón Pedro Moncayo estuvieron
caracterizados por la solvencia y bonanza económica, por la floreciente
manufactura de la paja toquilla, y una rica producción agrícola[1]; a
partir de finales de los años 30 la pobreza, la soledad y el abandono sacudieron
al cantón, a consecuencia de la quiebra de la producción de los sombreros de toquilla,
y los efectos de la crisis mundial.
Y como si el sino de
la miseria no hubiese sido suficiente, la marginación se agravaría cuando al
cantón se le privó por décadas de la posibilidad de enlazarse vialmente de
forma directa con la capital de la república y con los pueblos del norte del
país.
No obstante la
marginación y abandono en que le sometieron los gobiernos de turno, el cantón
Pedro Moncayo ha sido capaz de sobreponerse y enrumbarse por la senda del
progreso.
La generación
emprendedora y luchadora a la que se le debe la cantonización de Pedro Moncayo
ha legado para la posteridad grandes obras, como la construcción del histórico
canal de riego Tabacundo, encausando las torrentosas aguas de las vertientes
nororientales del Cayambe; la construcción monumental del Santuario de la Santísima
Virgen de Natividad, y la apertura de un carretero Tabacundo-Guayllabamba, a
pico y pala, con miles de mingueros, entre otras tantas páginas que testimonian
el empuje y coraje de sus habitantes.
También merecen un
especial recuerdo y gratitud quienes a mediados del siglo pasado dieron también
una demostración del espíritu patriótico y combativo heredado de sus
antepasados, en el largo y fatigoso proceso para lograr que la carretera
panamericana cruce por Tabacundo. Entre otros, la lucha por la carretera tuvo
cabezas visibles como el párroco, “P. Isaías Barriga, el señor Hidalgo, Don Rodrigo
Espinosa”[2]
Diez años de lucha,
entre 1963 y 1973, demandó a las autoridades y a las fuerzas vivas del cantón
Pedro Moncayo conseguir que el gobierno central disponga la construcción de la
carretera panamericana por Tabacundo, con lo que se pondría fin al aislamiento
e incomunicación en que estuvo por décadas.
Porque, a pesar de
que las recomendaciones técnicas y económicas indicaban que la carretera
panamericana debía continuar la ruta
Guayllabamba-Pisque-Tabacundo-Cayambe-Cajas, a más de que el Decreto Ley 125,
de la Asamblea Constituyente de 1967, disponía su construcción por ese trazado,
las presiones políticas y los intereses del poder económico hicieron que se
postergue la construcción de esta arteria de desarrollo por varios años.
Empero, no solo estas
grandes obras testimonian el tesón de las y los tabacundeños del ayer. Es
preciso destacar también otras obras de importancia logradas como las de
saneamiento ambiental, alcantarillado, agua potable, electrificación, y
ordenamiento urbanístico, que le han dado al cantón una imagen de modernidad y
desarrollo, al cumplirse los primeros cien años de vida independiente, y en esta
primera década del tercer milenio.
Si las obras físicas
edificadas en el primer centenario de cantonización han sido fundamentales,
sobre todo porque tanto el viejo canal de riego, como la carretera panamericana
inyectaron la transfusión vital para superar las adversidades que han atentado
al desarrollo cantonal, la centuria también ha sido muy fecunda en la
edificación espiritual y cultural.
Durante los últimos
30 años se registran hechos importantes en la vida cultural del cantón. Dos
genuinas manifestaciones culturales, que deben ser declaradas como Patrimonio
inmaterial del país, se recuperaron y hoy se conservan y promueven con orgullo
por todos y todas: las multitudinarias y alegres festividades de San Pedro, y
los Guioneros de la Pascua. Y qué decir
de la abundante producción bibliográfica de autores tabacundeños y pedromoncayenses,
que se manifiesta en no menos de 50 títulos diferentes de libros, de las más
diversas áreas del conocimiento humano (literatura, historia, geografía,
investigación social y científica, pedagogía, medicina, etnografía, folclore,
entre otras), que hablan de la prolífica vena cultural y amor a las letras de
más de una veintena de escritores de esta Tierra fecunda. Lo mismo que en las
artes, la pintura, la escultura, la danza, el teatro, la música, el deporte, y
otras expresiones culturales, el Cantón ha tenido grandes exponentes que han
dado lustre en el concierto nacional e internacional.
Ahora que se celebra el primer centenario de vida política independiente, y empieza una nueva centuria, corresponde a las actuales y venideras generaciones recuperar la herencia de patriótica lucha y responder con dignidad al legado de los forjadores de la grandeza lograda en estos cien años de la milenaria historia de los pueblos que hoy integran el Cantón Pedro Moncayo.
Loor a mi pueblo querido.
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