martes, 19 de diciembre de 2000

DIA INTERNACIONAL DE LAS DISCAPACIDADES


Por José Nelson Mármol

Todas las mañanas Erika González Mármol recibe el nuevo día con la alegría y la inocencia de sus escasos 8 años vividos atada a una silla de ruedas que le permite movilizarse de un lado a otro, debido a que por sí sola no lo puede hacer por una irreversible enfermedad congénita que le impide correr su libertad de infante por las calles y campos de su barrio y de su pueblo al igual que los niños de su edad.

No obstante el amor sin medida que recibe de sus padres, y especialmente de su Madre, Doña América Mármol, familiares, vecinos y amigos, le ha permitido a Erika vivir casi con normalidad.

CAMPANADAS DE FIN DE AÑO


Casi sin darnos cuenta el año 2000 está tocando ya la campanada de despedida.

Este histórico año que cambió todos sus dígitos para abrir las puertas del nuevo milenio será recordado en todo el mundo no solo por el increíble despliegue publicitario con el que inició el año, ni tan solo por los centelleantes e impresionantes juegos pirotécnicos que resplandecieron en el cielo de varias ciudades del orbe, sino, fundamentalmente, por el sin fin de acontecimientos del día a día de las comunidades que están en nuestro entorno y que tuvieron su impacto a tal punto que, en algunos casos, se convirtieron en sucesos que cambiaron la historia.

Quién podrá olvidar, por ejemplo la rebelión indígena – militar del 21 de enero, que fue capaz de derrocar a un gobierno que en apenas un año y medio condujo al país a la mayor de la crisis económica y social del siglo, a favor de los banqueros y de quienes desde siempre manejan los hilos del poder.

Y quien no recordará este 2000 como el año en que el cantón Pedro Moncayo sintió el sacudón de una crisis social y política nunca antes registrada, y que tuvo, acaso, como origen el escándalo de las denuncias de corrupción en que habría caído la Administración Municipal anterior, y los posteriores enfrentamientos políticos.

Cómo no recordar este 2000 que también ha sido un año en el que se han ido concretando algunas aspiraciones largamente acariciadas: ora el avance en la construcción del Proyecto de Riego Tabacundo, ora la finalización del Hogar de Ancianos, una obra que ya abrió sus puertas para dar acogida y servicio a quienes llevan sobre sus espaldas el peso de los años, ora, en fin, la recuperación de la voz y la palabra pluralista que toma el pulso del acontecer cantonal con una visión universal, pero siempre de lado de las inquietudes y preocupaciones de la gente que vive y siente el día a día y soporta las mezquindades de una Administración Municipal que pareciera haber sido elegida solo para servir a sus prosélitos y no a toda la comunidad; no de otra manera se puede entender las repetidas negativas a que ciudadanos preocupados por la problemática cantonal busquen soluciones en el salón auditorio del cabildo, que es casa del pueblo.
El 2000 será, definitivamente, un año para recordarlo de una manera especial. No obstante, ahora que la campanada de despedida está tocando nuestras puertas, es preciso que en el silencio de nuestra conciencia revisemos nuestras actitudes para recibir el nuevo año y comenzar el nuevo siglo con propósitos renovados de unidad y fraternidad como un imperativo para llevar a nuestro pueblo por la senda del progreso.
José Nelson Mármol
Editorial, Revista Doble Vía, diciembre,2000

HOGAR DE ANCIANOS EN TABACUNDO, UNA REALIDAD


Por: José Nelson Mármol

Fue en septiembre de 1985, cuando asumió el reinado del cantón Pedro Moncayo Lorena Espinosa, que se iniciaron las primeras gestiones para la construcción de un Albergue para dar atención a decenas de ancianos en Tabacundo.

En un sencillo acto que tuvo lugar en el sitio en donde en la actualidad funciona el Centro de Cuidado Infantil, en la parte posterior del Santuario de Mama Nati, Mons. Isaías Barriga N. bendijo la colocación de la primera piedra de este gran sueño. Recuerdo como si hubiera sido ayer las expresiones de Mons. Barriga cuando dijo que “aunque no le gustaba bendecir las primeras piedras sino las últimas, en esa ocasión lo hacía porque tenía la certeza de que la obra será una realidad”.

Ahora, a la vuelta de 15 años de una acción que no conoció el desmayo y menos aún la derrota, La Asociación de Damas Tabacundeñas Pro Obra Social, liderada por Doña Luzmila Romero de Espinosa, una mujer de profunda conciencia social y de empuje que bien hace falta en otras instituciones de la localidad, hizo realidad esta monumental obra que se erige como el más claro ejemplo de trabajo tesonero en favor de la comunidad más necesitada de amor, ternura y solidaridad.

El sábado 2 de diciembre del 2000 se inauguró este albergue en medio de un por demás justificado júbilo ciudadano, excepto, al parecer, de la primera autoridad de la municipalidad que estuvo ausente de este extraordinario acontecimiento.

Esta fecha quedará en el recuerdo de todo buen tabacundeño(a) como el día de la solidaridad con aquellos seres que van adelante en el camino de la vida.

El acto inaugural convocó a una multitudinaria población que no pudo contener su sensibilidad en momentos en que Doña Marianita Yánez, una dulce viejecita que bordea ya los 100 años de existencia, con voz trémula y emocionada expresaba su agradecimiento por la gran obra y exhortó a que la ayuda no termine y que no les dejen en el abandono.

Luego de varios actos artísticos con la presentación del grupo de danza de la tercera edad “Raíces” de Quito, y una también extraordinaria intervención del Coro de la Fundación Cochasquí, Monseñor Isaías Barriga bendijo la humanitaria obra, y se habrá sentido complacido de que la primera piedra que se colocó hace quince años no fue la única.

El Hogar de Ancianos que por aclamación general llevará el nombre de su promotora, Doña Luzmila Romero, será regentado por las hermanas de la Comunidad de Religiosas Dominicas.
Doña Luzmila Romero, visiblemente emocionada relató las inagotables gestiones cumplidas para lograr la construcción y puesta en funcionamiento del Hogar de Ancianos, y agradeció el aporte de instituciones como el FISE y el ministerio de Bienestar Social que entregaron su aporte.

En significativo gesto, la Fundación Cochasquí inmortalizó el testimonio de gratitud a la mujer que entregó por entero sus mejores esfuerzos a la consecución de esta obra, Doña Luzmila, a través de una placa recordatoria que se develizó en el ingreso frontal del edificio, mientras la Cooperativa de Ahorro y Crédito Pedro Moncayo entregó un acuerdo de reconocimiento y una placa de felicitación a la promotora de esta obra.

La gratitud a estas expresiones de solidaridad con los más desposeídos no únicamente que es un acto de justicia sino un imperativo, y por ello es preciso también destacar la entrega desinteresada y el trabajo sin cálculo de un ciudadano ejemplar, Don Miguel Angel Moya, quien sin reparar en tiempo ni en dinero ha contribuido para hacer realidad este gran sueño.
Tabacundo, diciembre,2000