lunes, 3 de mayo de 1993

S.O.S. POR EL AGUA



Por: José Nelson Mármol M.

El agua es signo de vida, como lo es también la tierra y el sol. Por ello cuando escasea y se acaba se convierte también en signo de angustia desesperación y muerte.

Pero en esta vez también el exceso de agua ha ido sembrando una estela de destrucción y muerte en todo el país. Inundaciones en la costa, sierra y oriente exigió que el gobierno nacional declare en emergencia varias regiones, en donde las lluvias arrasadoras dejaron millonarias pérdidas materiales, y, sobre todo, incalculables pérdidas humanas - porque la vida, que es Don de Dios, no puede ser valorada económicamente, y por ello precisamente son estas pérdidas las más cuantiosas.

Y qué decir sobre el desastre de enormes magnitudes que produjo la fuerte estación lluviosa en el Austro, debido al deslave registrado en el sitio La Josefina y el represamiento de las aguas del Paute y el Jadán. A esta hora todos conocemos sobre las consecuencias devastadoras en toda la zona declarada en emergencia, sobre todo cuando se produjo es esperado desfogue de las aguas.

Todo esto causó enorme conmoción en el país todo, y por lo mismo nuestra solidaridad y ayuda la hemos expresado de algún modo a nuestros sufridos hermanos del Austro que pasaron a convertirse en damnificados por efectos de la furia de la naturaleza. Sin embargo, dejando al margen el hecho cierto que, hasta hoy, la mano del hombre no es capaz ( y nunca lo será) de controlar los fenómenos naturales, sí es necesario llamar la atención sobre el abuso de la que con frecuencia es objeto, así como la imprevisión en la que con frecuencia caemos.

Y, precisamente, esto último, amén de la falta de planificación y una conciencia clara de la responsabilidad para con el presente y el futuro, creo se ha convertido en una de las características que retrata de cuerpo entero a las últimas administraciones municipales, y a ello se ha debido, en gran parte, los periódicos gritos de S.O.S. que hemos tenido que dar por la falta total de agua en nuestros domicilios, como ocurrió en los últimos quince días.

Empero, es oportuno, en este caso último, hacer una muy necesaria aclaración: Cierto es que en esta vez la magnitud del daño en el sistema de agua potable se debió a la severidad del temporal lluvioso que azotó a todo el país, pero no es menos cierto que la imprevisión ha campeado desde hace tiempo, y al parecer nunca existió el más mínimo interés por dar una solución definitiva a este problema que, si la actual administración municipal no lo toma con la seriedad que merece, amenaza a convertirse en endémico.

3-V-93.