miércoles, 24 de junio de 1992

Comentario sobre el libro "ALEGRE CANTO TRISTE DEL MAIZ"


Por: José Nelson Mármol M.

UN NECESARIO PREAMBULO

Antes que todo, he de empezar expresando mi especial agradecimiento a Segundo Antonio, apreciado compañero y caro amigo, quien me ha distinguido con el alto privilegio de compartir unas cuantas palabras en este acto de trascendental importancia en la vida cultural de nuestro pueblo.

La verdad, no sé si lo que hoy exprese pueda alcanzar el nivel de lo que la globalidad del acto encierra. Por tanto, me anticipo en solicitar de ustedes sepan disculpar todo cuanto no se halle a tono con el encargo que se me ha hecho, acaso como producto de mi apenas condición de aprendiz de comunicador social, o de un hombre que busca en los libros el alimento para materializar esos sueños de paz, justicia y libertad, que creo nos identifica con Segundo Antonio.

Esta recóndita afición de hacer travesuras con las letras y palabras me ha empujado a esbozar unas cuantas ideas en torno a la obra que ahora presentamos. Espero no les resulte cansado.

Antes de enmarcar mi comentario, necesariamente debo volver mis ojos a esa no muy lejana infancia y adolescencia, cuando con Segundo Antonio, el inconfundible "gringo", según nuestros "motes", correteábamos por zanjas y portillos; quebradas y chaquiñanes; bosques y sembríos, en busca-hallazgo y gozando de ese contacto vital con la naturaleza. Ahora recuerdo cómo
Segundo Antonio Jaramillo Espinosa -o S.A.J.E., con que identificaba a sus cuadernos y todo cuanto le pertenecía o hacía- empezó a hacer cátedra de la vida; pues las semillas que entonces plantaba, con devoción y ternura en nuestra (su) Madre Tierra, son ahora el fruto que está emanando, cual vertiente, gotas incesantes de fe y sabiduría. Cómo olvidar la forma en la que Segundo Antonio, haciendo un verdadero culto a lo inconmensurable de la naturaleza, acariciaba las plantas y con una mirada cuestionadora ya buscaba la verdad de la vida, para ahora enseñarnos, a través de sus escritos, a levantar nuestros ojos, como él lo hacía, acaso para encontrar esa verdad allá en el infinito, donde habita nuestro Dios (El Supremo Huerakkocha de nuestros antepasados); nos transporta, con su mágica pluma, al más allá, al tiempo de nuestros padres, a ese extraordinario estadio donde el maíz no era solo el fruto, sino una divinidad que merecía sus alabanzas.

TODO EMPEZÓ POR EL TITULO

Al hablar ya de la obra que tenemos en nuestras manos, debo expresar, sin temor alguno, que Trigo y Tierra nos regala lo mejor de su trabajo; es, indudablemente, la obra "cumbre"; más, he de confesar que tan solo leer el título me causó desconcierto, sino confusión.

Y aunque las paradojas son tan parte de uno, porque a diario las vemos, las sentimos y las vivimos, no he logrado comprender a cabalidad como un canto alegre puede ser, a la vez, triste.

Quise, entonces, cavilar sobre lo que los grandes pensadores y filósofos ya lo hicieron siglos ha, y por muchos años; he tratado, sin conseguirlo, explicarme cómo pueden ser iguales las grandes contradicciones: Acaso la noche es al mismo tiempo día, y viceversa; la verdad igual a la mentira; el ruido al silencio, lo real a lo irreal, la muerte a la vida, en fin.

Minutos, horas, acaso días dejé pasar hasta liberarme del prurito que me acosa cuando quiero comprender la vida sin haberla todavía vivido, querer saborear algo sin haberlo siquiera probado; empaparme sin estar en la fuente, entender un escrito sin haberlo leído.
Por fin, creyendo haberme liberado de tan común prejuicio, leí por última vez el título que da nombre a esta, que - seguro estoy- no será la última, producción de mi entrañable amigo y compañero, Segundo Antonio (TRIGO Y TIERRA), y me lancé a revisar sus versos, a devorar sus páginas -por decir de algún modo, aunque, evidentemente, puede parecer una exageración, a sumergirme en el sueño-realidad que contiene cada palabra, cada verso, todo el canto de TRIGO Y TIERRA. Fue entonces cuando empecé a dimensionar, a mi manera -por cierto-, la inmensidad de su contenido, la direccionalidad de su mensaje, la fuente de su sabiduría, la necesidad de su enseñanza, la urgencia de su grito-canto, el motivo de su alegría y el dolor de su tristeza.

Sin embargo nuevamente se me dio por confundir mi limitada capacidad mental tratando de abstraer la razón, su razón, para considerar como acertado titular tan paradójicamente "Alegre canto triste" a su bien lograda obra poética, histórica, mítica, etnográfica, amén de sublime y tierna. Cierto es que nos plantea dos momentos emocionales del hombre; nos pone frente a los disímiles sentimientos: Alegría y dolor (tristeza), empero no convengo en que los dos se fundan en uno solo; no creo en la existencia de un sentimiento amorfo, semialegre o semitriste, como nos (me) induce el título.

Habré, por tanto, de pedirle a Segundo Antonio, a Trigo y Tierra, sepa disculparme el haber tratado de encontrarle otro título a su canto, y así en un antojadizo juego -a veces-, trocando sus mismas palabras, intentando interpretar su sentimiento y su razón, creyendo comprender su contenido, busqué darle otro título. Se me ocurrió pensar, por ejemplo:

ALEGRE CANTO TRISTE DEL MAIZ, o
MI MAIZ CANTA Y LLORA
EL MAIZ:
DE LA ALEGRIA A LA TRISTEZA

MAIZ
CANTA MI ALEGRIA Y MI TRISTEZA
MAIZ QUE CANTAS TU ALEGRIA Y TU TRISTEZA

MAIZ, CANTEMOS NUESTRA VIDA
EL MAIZ CANTA SU ALEGRIA Y SU TRISTEZA

EL FESTEJO Y EL DOLOR DEL MAIZ

En fin, fueron tantos otros los ensayos que se encubaron en mi mente, como fruto de mi inconformidad y amigo a veces de la fantasía, pero, en absoluto, nada de lo que se me ocurrió, sintetizaba de mejor manera lo que Trigo y Tierra siente, conoce y vive.

Pues creo que en el contenido mismo no se advierte esta confusa simbiosis de lo alegre y lo triste, sino que, con la magia de su tratamiento, Trigo y Tierra logra ubicarnos en tres grandes períodos (tiempos) - que deben desembocar en un cuarto: Primer período, cuando la vida se crea, esta empieza en la "Tierra de los Karas, tierra de los Shyris, donde el sol abrasa sin torcer en medio día".

Segundo período, a partir de una sangrienta fusión, talvez un poco menor que la que se produjo en 1492, dos culturas semejantes: Shyris-Caras e Incas hacen una unidad, con similares costumbres, ritos y Deidades: "El Inca quiere trasladar su imperio. Ya trasladó su Sangre en Quilago", nos dice.

Y viene la conquista, tercer período. Es cuando la torcaza, el mirlo, la tórtola, el búho, los mochuelos, las tronadoras no dejan de "llorar" y "lamentarse", pues "Hombres blancos han venido del mar" y "como las matas blancas (del maiz) traen muerte". ¿Es este tiempo el de tristeza?. Sí fue de dolor, y nos da dolor, pero no debemos quedarnos con la tristeza, sino transformar el dolor en coraje y protesta, y decir con Trigo y Tierra "Levanten las astas los pendoneros
flameen las banderas blancas,
azules
y rojas;
todos los hombres se amontonen en ruedo
avance la danza,
como si se tratara de una gran marcha
...
Pues este (nuestro ) Pueblo Indio "Tiene una sangre resistente que no conoció,
que no conoce,
que no conocerá.
sumisión."

El cuarto período, acaso el final: Trigo y Tierra nos conduce a esa urgencia de protesta, luego de hacer de su-nuestro canto una desgarradora denuncia, acaso por ser así o haber sido así de dolorosa la vida que nos cuenta.

Ese es mi criterio sobre el título, sin embargo, como el que más, debo respetar el criterio de su autor, y así lo hago, pues más allá del título es el contenido el que nos recuerda, nos enseña, nos sacude, nos cuestiona y nos llama a asumir el desafío a que nos impele.

Por todo esto, considero, no fue en vano mi obstinada confusión y el interés de búsqueda e inútil hallazgo de otro título, pues me sirvió para gozar de la exquisitez de este canto, y, finalmente, logré dar un vuelco a mi fantasía; pude experimentar la ficción de retroceder en el tiempo y en el espacio para vivir la realidad de una cultura que no ha muerto, aunque está desfalleciendo; para reconocer nuestro origen, aunque a diario queremos ocultarlo; para asumir un compromiso que, aunque nos urge, queremos soslayarlo; para empuñar en nuestras manos la gran bandera de la liberación, desanudar el nudo que, por así quererlo, hemos hecho en nuestra garganta, y gritar, junto a Trigo y Tierra, sin complejos, más sí con coraje y furia, que nuestra cultura (esta cultura del maíz, de la tierra, de la lluvia, del sol y de la luna; de nuestros antiguos Amautas y Mamaconas) no debe morir.

Sobre el estilo y la forma solo quisiera decir un par de cuestiones: Si bien es cierto que el verso es libre, habría ganado más brillantez (no quiero decir que no la tenga) si se hubiese evitado al menos un arcaísmo: "yendo a donde.." ,un gerundio del verbo ir, a mi entender, mal utilizado, pues ganaría tan solo con ponerle en voz pasiva, fueron o en activa van.

Así mismo hay al menos un verbo que, a veces tiende a desviar la interpretación por la significación dual que en un momento se le puede asignar: "partiendo" de partir, dividir, o partir, comenzar. Luego, en un verso se habla en dos tiempos verbales: "..han venido del mar", una forma de pasado, y el presente al decir "traen muerte". Que esto es parte del habla y cultura popular, indudable, pero creo si nos sujetamos a determinadas normas que rigen nuestro idioma, enriqueceremos nuestra lengua, sin que necesariamente reneguemos de lo popular.

Para finalizar, también digamos que determinados versos ganarían mayor fuerza y el sentido se explicaría mejor con una mayor rigurosidad en la puntuación.

Estas observaciones de ninguna manera pretenden poner una sombra a todo este has de luz que se expande a partir del libro que hoy presentamos; pues por el contrario, como ya dije en una parte de mi intervención, Alegre canto triste del maíz es, a no dudarlo, la obra cumbre que hasta hoy nos regala Segundo Antonio.

Gracias, estimado amigo, por hacer de nuestra historia, leyenda, mito, tradición, todo un canto de paz, justicia y libertad; gracias por hacer de este canto un verdadero tratado sobre Nuestra Cultura, la cultura del Maíz. Gracias por rescatar en forma magistral lo que desde hace miles de años antes de 1494 se hacía de maíz; lo que se ha hecho en estos 500 años de resistencia. Gracias porque a través de esto estamos obligados a darle el verdadero valor a nuestra cultura, a rescatar y preservar la riqueza del maíz, tomando nuevamente la chicha, nuestra chicha, y diciendo NO a nuevos tiempos de conquista, diciendo no a la cultura de la cocacola.

Gracias, porque este canto nos servirá a nosotros como bandera de lucha y liberación.

José Nelson Mármol M.
24 de Junio de 1992

viernes, 19 de junio de 1992

Que no duerma el sueño


Por: José Nelson Mármol M.

Aunque puede parecer parádójico, quiero seguir soñando; y por lograr dicho afán no dormiré, hasta cuando mis ojos se cierren definitivamente.

Soñar en la grandeza de mi pueblo ha sido, es y será la razón de mis esfuerzos. Y, aunque la desilusión y la desesperanza, por algunas ocasiones ha golpeado mi puerta, sigo aferrado a la esperanza de que mis sueños se volcarán en realidad.

Infinitas oportunidades las vemos; muchos caminos nos enseñan el sendero: Debemos caminar.

La elección de nuestros representantes ante el Concejo Municipal quedó atrás; resentimientos, pugnas y hasta divisiones a nivel familiar, características de la turbulenta campaña electoral, deben ser ahora reemplazados por un verdadero sentimiento de unidad cantonal, tan necesario para que nuestro cantón encuentre nuevos derroteros.

Ahora que la mayoría de nuestro angustiado pueblo respaldó, con su voto, las nuevas propuestas de la gente joven, debemos, también, unir nuestros brazos para trabajar por aquello que nos identifica: Los grandes intereses de nuestro cantón.

Rescatemos, ahora, esa gran herencia que nos legaron nuestros antepasados y participemos todos en esa GRAN MINGA, tan necesaria para dar respuesta positiva a ese grito de urgencia de nuestro pueblo, pues la realidad presente lo exige.

En ese gran esfuerzo continuaremos; felicitamos, desde esta columna, al nuevo presidente de nuestra municipalidad; auguramos lo mejor, y estamos dispuestos a respaldar las iniciativas y acciones que se enfilen a dar la atención que quiere nuestro pueblo; pero, también nos reservamos el derecho a cuestionar y denunciar las incorrecciones, debilidades e ilegalidades, si éstas se registran en el próximo gobierno seccional. Ese ha sido el norte que guía mis actuaciones, y en ese trabajo me encontrarán siempre mis coterráneos.

Lo mejor para mi pueblo; que todos los días la esperanza siempre esté de pie, es el sueño que sueño y que será realidad si no nos quedamos dormidos.
Tabacundo, junio 1992
Artículo publicado en la revista ENFOQUE