martes, 8 de septiembre de 1992

CON NUEVO RUMBO

Por José Nelson Mármol M.

Será difícil que logremos recuperarnos de tan diabólica pesadilla, pero debemos intentarlo.

"Por la plata baila el perro, y por el oro perro y perra", me recuerda la sentencia popular, tan sabiamente aplicada a aquel desbordamiento de riqueza y poder que invade a quienes se dejan encandilar por el brillo del dinero, sin importarles que por ello tengan que vender su alma al diablo.

Eso, exactamente, me parece ha cegado a todos quienes no dudaron invertir en la más millonaria campaña electoral que el país tenga memoria, para llevar a Don Sixto a la presidencia de la república, y a los empresarios al poder, quienes sin la más mínima gota de escrúpulo, y menos aún piedad cristiana, se ensañaron, el pasado cuatro de septiembre, echando la soga al cuello de los ecuatorianos con el, así llamado, paquetazo, con el que, a la vuelta de la esquina, quieren tan solo cobrarse la primera cuota de esa jugosa inversión.

Aunque, ciertamente, muchos advertíamos lo que pasaría con nuestra, de por sí, maltrecha economía, al ponerse en vigencia, como se pusieron, las recetas más soñadas de todos los terroristas económicos, liderados por quienes organizan económicamente al mundo, en el FMI, Banco Mundial, Club de París, y sus más disciplinados discípulos en nuestra ínsula, no creíamos -al menos digo por mi-, que el nuevo rumbo anhelado por el gabinete empresarial que, al parecer, domina la voluntad que pueda tener Don Sixto, sea la de llevar a nuestro iluso pueblo a la tumba.

Así paga el diablo a quienes les sirven, pues, las medidas, desmedidas, lograrán, a no dudarlo, disminuir la pobreza, como sueña Don Sixto, porque el infernal recetario no puede tener otro propósito que el de matar a los miles, sino millones, de pobres de nuestra olvidada Patria; mientras tanto, en la paila donde se fraguaron las medidas, estarán festejando, a más no poder, quienes, con seguridad, creen son los únicos que tienen derecho a vivir, y usufructuar la riqueza por Dios puesta para todos.

Los hechos están consumados, y el resto nos llegará por añadidura, si no ejercemos nuestro derecho a despertar de la pesadilla.


Tabacundo, 8 de setiembre de 1992