viernes, 19 de junio de 1992

Que no duerma el sueño


Por: José Nelson Mármol M.

Aunque puede parecer parádójico, quiero seguir soñando; y por lograr dicho afán no dormiré, hasta cuando mis ojos se cierren definitivamente.

Soñar en la grandeza de mi pueblo ha sido, es y será la razón de mis esfuerzos. Y, aunque la desilusión y la desesperanza, por algunas ocasiones ha golpeado mi puerta, sigo aferrado a la esperanza de que mis sueños se volcarán en realidad.

Infinitas oportunidades las vemos; muchos caminos nos enseñan el sendero: Debemos caminar.

La elección de nuestros representantes ante el Concejo Municipal quedó atrás; resentimientos, pugnas y hasta divisiones a nivel familiar, características de la turbulenta campaña electoral, deben ser ahora reemplazados por un verdadero sentimiento de unidad cantonal, tan necesario para que nuestro cantón encuentre nuevos derroteros.

Ahora que la mayoría de nuestro angustiado pueblo respaldó, con su voto, las nuevas propuestas de la gente joven, debemos, también, unir nuestros brazos para trabajar por aquello que nos identifica: Los grandes intereses de nuestro cantón.

Rescatemos, ahora, esa gran herencia que nos legaron nuestros antepasados y participemos todos en esa GRAN MINGA, tan necesaria para dar respuesta positiva a ese grito de urgencia de nuestro pueblo, pues la realidad presente lo exige.

En ese gran esfuerzo continuaremos; felicitamos, desde esta columna, al nuevo presidente de nuestra municipalidad; auguramos lo mejor, y estamos dispuestos a respaldar las iniciativas y acciones que se enfilen a dar la atención que quiere nuestro pueblo; pero, también nos reservamos el derecho a cuestionar y denunciar las incorrecciones, debilidades e ilegalidades, si éstas se registran en el próximo gobierno seccional. Ese ha sido el norte que guía mis actuaciones, y en ese trabajo me encontrarán siempre mis coterráneos.

Lo mejor para mi pueblo; que todos los días la esperanza siempre esté de pie, es el sueño que sueño y que será realidad si no nos quedamos dormidos.
Tabacundo, junio 1992
Artículo publicado en la revista ENFOQUE

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