martes, 20 de mayo de 1997

VICTIMAS DE NUESTRO CONFORMISMO


José Nelson Mármol M.

Terminada la campaña electoral de 1996, que determinó la elección de nuestros actuales representantes ante el Concejo Municipal, me auto impuse un necesario silencio en mi columna periodística, por dos razones que serán comprendidas por varios lectores que me han reclamado por esta actitud: en primer lugar, de julio a diciembre del año pasado tuve la suerte de viajar a Brasil, a realizar un curso de post-grado, en comunicación, lo que, obviamente, me impidió estar informado de todo cuanto ocurría en nuestra comunidad; luego, consideré que era bueno hacer un paréntesis en mis cuestionamientos y fundadas críticas al desgobierno local para que, en el nuevo período que arrancó en agosto pasado, se abran alternativas al diálogo y a la reconciliación comunitaria que quedaron sumamente deteriorados tras el fragor de la lid electoral.

Siempre consideré que la peor enfermedad que puede afectar a los pueblos es transformar las diferencias político partidistas en enemistades personales o familiares, y eso es precisamente lo que está minando esa necesidad de conciliación y concertación, para avanzar juntos a la consecución de los grandes intereses colectivos. Qué falta hace que sepultemos las pasiones particulares del partidismo y cerremos las heridas.

Pero qué lamentable resulta constatar que de parte de las autoridades locales sigue incólume una actitud de orgullo enfermizo y de autosuficiencia que está conduciendo a que nuestro pueblo no encuentre la senda de la armonía social y del progreso comunitario, y por el contrario siga de tumbo en tumbo sumido en los errores de una Administración que se ha mostrado ciega y sorda a las inquietudes ciudadanas.
Piedras al canto: Aunque amplios sectores de la sociedad, y el más común de los pobladores, se pronunciaron sobre la inconveniencia de organizar una movilización a Quito para, a pretexto de solicitar el aval para un crédito para la construcción del anhelado Proyecto de Riego Tabacundo, ofrecer el respaldo a la señora vicepresidenta de la república -que por todos es bien sabido es un cero a la izquierda en el actual gobierno-, la municipalidad no se inmutó y con un empecinamiento digno de mejor causa fue a "vivar a doña Rosalía". Me pregunto si no era preciso atender al más elemental sentido común para buscar el mejor camino para la consecución de una obra que todos la deseamos?. Pero, por el contrario, escuché decir al señor alcalde, mientras inauguraba un campeonato de fútbol comunal, que solo se trataba de "cuatro voces de resentidos".

Un pueblo dividido por diferencias que rebasan lo estrictamente político -que inclusive es necesario en un verdadero régimen democrático- para caer en la rivalidad personal o familiar seguirá condenado a caminar como el cangrejo, y no queremos eso. Por ello levanto nuevamente mi voz para hacer un clamoroso llamado al diálogo, a la concertación por el futuro de nuestro pueblo. Demostremos que podemos avanzar en medio de nuestras naturales diferencias ideológico políticas, porque el supremo objetivo es nuestro pueblo; no lo condenemos al letargo con nuestro conformismo. Demos un paso decisivo y extendamos la mano de la gran conciliación.

20 de mayo de 1997

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