Lo vivíamos casi, casi, como un ritual. Mamá y mis ñañas ocupadas preparando los ingredientes para el amasijo. Escoger el trigo, separar la granza, los ballicos y una que otra vainita de rábano que casi siempre se mezclaba en el trigo, luego de que recogíamos la cosecha y el dorado cereal salía de la trilladora. Una vez seleccionado el grano lo cargábamos hacia el molino para transformarlo en harina. Luego había que cernirla en amplios cedazos, para clasear la harina y separarla para el pan blanco o para el mestizo (que ahora se lo conoce como integral). Así, grandes y chicos, participábamos en el proceso, unas alistando los ingredientes (harina, levadura, manteca, huevos, leche, sal, azúcar, en fin), mientras tanto con papá y mi ñaño nos ocupábamos de preparar la leña, el horno y otros materiales que no podían faltar. Con machete en mano íbamos a la parcela a buscar y elaborar los furguneros (recuerdo inclusive que mi abuelita decía jurguneros; lo cierto es que al repasar estas memorias me doy cuenta que lo de furgunero debe tener alguna relación con los fucuneros: el uno para acomodar o recoger las brasas en el horno, y el otro para atizarlas), preparar las escobas para el horno, que las hacíamos con las ramas del pubián o de marco, lo mismo que para limpiar y enmantecar las latas para luego acomodar el pan que ha sido antes amoldado.
viernes, 1 de noviembre de 2013
viernes, 30 de marzo de 2012
Los Guioneros de Pascua: Religiosidad popular y cultura
En la celebración se mezcla la tradición ancestral de los guioneros y la fe popular. Aunque esta tradición durante algún tiempo corría el riesgo de desaparecer, aún sigue vigente.
Los Guioneros
Le acompañan tres parejas de bracerantes, que a diferencia del guionero llevan un atuendo blanco adornado con abundante papel multicolor, lentejuelas y oropeles, quienes van adelante del guionero batiendo un pequeño bracero (paila) en la que incineran olorosos inciensos. En la procesión de Viernes Santo, que se cumple por la tarde por las principales calles de Tabacundo, los guioneros son personajes destacados.
Las banderas de Pascua
El Domingo de Pascua el Guionero sale con un atuendo diferente al que utiliza hasta el viernes Santo. Su vestido para este día es muy similar al de los bracerantes de los días anteriores, pero en esta vez recorre las calles de la ciudad con una actitud gozosa, portando una inmensa bandera adornada de una manera muy atractiva y artística por personas especializadas en esta tarea.
Al ritmo de una alegre melodía entonada en pífano, los Guioneros, acompañados de su comunidad, van en procesión a la Iglesia en donde serán los protagonistas de un rito especial. La celebración religiosa de la Pascua de Resurrección empieza a las 10h00.
Una vez que concluye la celebración religiosa, los guioneros permanecen en la parte baja del atrio danzando y batiendo las banderas, acompañados de todos los vecinos y parientes de sus comunidades, quienes llegan preparados con potajes y comidas que son compartidos, para luego continuar con el festejo gozoso por las calles, batiendo las banderas del triunfo de Jesús a la muerte, hasta que cae la tarde.

Posteriormente los guioneros y todos los miembros de la comunidad a la que se pertenecen regresan a sus comunidades para continuar con la fiesta pascual, con un derroche de comida y bebida para todos.
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miércoles, 1 de febrero de 2012
Memorias de tulpa y de tulur
Por José Nelson Mármol
Sus recuerdos se pierden en aquella
lejana infancia, cuando a sus seis, ocho o diez años ya debía acompañar a Mamá
Margarita o a Papá Antonio en la búsqueda cotidiana del pan del día. Su voz, su mirada y sus gestos confluyen en
un hálito de nostalgia por ese tiempo vivido entre el olor a campo, tulpa y a
toquilla.
Virgiñita Montalvo cuenta que la familia se reunía en
torno a la tulpa para preparar y compartir el alimento diario. No hubo mantel
largo, pero sí la alegría y la felicidad que solo se siente cuando se
comparte el pan amasado con el fruto del trabajo honrado y sacrificado.
Al desayuno una agüita de cedrón
endulzada con panela, con tortillas de harina de trigo, o una porción infaltable
de chapo. Para el almuerzo se comía unos dos buenos platos de morocho,
chuchuca, arroz de cebada, arroz de trigo, quínoa, mazamorra o bolas de harina
de maíz, zambo, zapallo, las ocas, las habas, y a la merienda el calentado del
almuerzo con una taza de agua de hierbas con dulce.
Debido a las limitaciones
económicas, en la familia no hubo platos típicos o especiales. La carne, por
ejemplo, no era un producto de consumo diario, pues en su caso solo se comía
cuando algún ‘compadrito’[1]
le pagaba a Papá (Antonio) con un borrego por la elaboración de una puerta o de
una cama. Ahí sí se comía un caldito de mote con col verde y carne de
borrego”, recuerda.
Y como en ese tiempo no había en
la casa la refrigeradora, cuando había carne “mamita salaba y le envolvía con
un poco de harina y colgaba en una cuerda cerca de la tulpa para que se seque y
para dure unos días”.
En el día a día, lo que se ponía
a la olla era la col, el nabo, el berro, verduras a las que las llamaba como la carne
verde. De hecho, uno de los platos especiales preparados con el nabo o el berro
era las ensaladas con pepa de zambo, que se acompañaba a las papas enteras.
Así también, en temporada de
choclos, una de las delicias de la cocina era comer los choclos, con habas
tiernas, mellocos, y también las “chogllotandas”[2].
“No sé si habría en ese tiempo
arroz, no me acuerdo”, dice, al contrastar que en nuestro tiempo casi no hay
día en que no se coma esta gramínea.
Dice no recordar si
en su tiempo se hubiera preparado la ahora tradicional fanesca, en la Semana
Santa, porque “mamita solo hacía unas papitas enteras con “augado”[3]
y con una hojita de lechuga, y el
chocolate con queso y tortilla”. Cuando
era tiempo de papas “comíamos también papas enteras o papas con cáscara”.
Para tener qué poner a la olla, Virginita
recuerda que desde temprana edad salía con Mamá Margarita a “chugchir”[4]
en la hacienda de Cananvalle, principalmente.
Esto les permitía recoger una cantidad tal de productos (trigo, cebada,
maíz) que les alcanzaba para preparar las harinas para elaborar las mazamorras
del día a día, o el pan de “finados”,
así como para vender un poco para tener para comprar los otros aderezos para la
cocina y para comprar “la ropita”.
“Cuando nos íbamos al ‘chugche’
llevábamos de ‘cucabi’[5]
tostado[6]
y fréjol cocinado, y en un puro llevábamos agua con dulce (panela) y nos
sentábamos a comer cuando los peones de la hacienda se iban también a
almorzar. Así no más pasábamos”, cuenta.
Así también, a la escuela se llevaba como refrigerio una buena porción de
(maíz) tostado, habas tostadas, habas calpo[7],
tortillas; de vez en cuando se podía comprar alguna fruta de temporada, sobre
todo plátano de seda o naranja.
Para ganarse la vida, cuenta que
solía ir a “deshojar y desgranar maíz donde Don Rafael Cahueñas, o haciendo
empanadas donde la señora Pastora o la señora Isabel Landeta, que me llamaban a
que les ayude a hacer las empanadas; y
ahí me pasaba los domingos. Ellas me
pagaban, aunque no recuerdo cuánto me sabrían pagar”, señala.
Lo cierto es que la tulpa era el
centro de reunión, no solo a la hora de preparar el desayuno, almuerzo o
merienda, sino para la elaboración de las tortillas, el tostado, las habas
tostadas, o la preparación de los granos para llevar al molino. Y claro, los comensales se sentaban en torno a la tulpa, en pequeños bancos
construidos en los troncos de magueyes.
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miércoles, 16 de noviembre de 2011
Cien años de una historia milenaria
José Nelson Mármol
La pátina del tiempo
deja su huella en la vida de un pueblo que es heredero de una historia milenaria.
De ese rico acervo, este 2011 se marca el primer centenario de la vida política
independiente de los pueblos que hoy integran el cantón Pedro Moncayo.
Hace cien años, una
pléyade de tabacundeños pusieron la rúbrica a esa página memorable de la cantonización,
en la que se definió un destino que se ha conjugado entre hazañas de tesonero
trabajo que han patentado grandes obras física, y momentos signados
por las dificultades, pero que no han doblegado el espíritu libertario y
democrático del pedromoncayense de ayer y de hoy.
domingo, 18 de septiembre de 2011
Monseñor Barriga: protagonista y testigo del desarrollo cantonal*

Por: José Nelson Mármol
“No importa donde se nace, sino donde se lucha”. Esta frase de una recordada canción a la memoria del Libertador Simón Bolívar, que “murió en Santa Martha, en Caracas nació…” parece aplicarse de manera precisa a un hombre que sin haber nacido en Tabacundo ha trabajado y luchado por el adelanto cantonal más que muchísimos de nosotros.
Evangelizador, catequista, radiodifusor, cooperativista, educomunicador, arquitecto, economista, constructor, promotor cultural, periodista, profesor, escritor, publicista, diseñador, deportista, agricultor, fotógrafo, cineasta, mecánico, electricista. Con seguridad, la lista debe resultar aún corta para identificar todas las facetas que ha cumplido y sigue cumpliendo el Padre Isaías Barriga, desde su llegada a Tabacundo, hace ya 50 años.
Evangelizador, catequista, radiodifusor, cooperativista, educomunicador, arquitecto, economista, constructor, promotor cultural, periodista, profesor, escritor, publicista, diseñador, deportista, agricultor, fotógrafo, cineasta, mecánico, electricista. Con seguridad, la lista debe resultar aún corta para identificar todas las facetas que ha cumplido y sigue cumpliendo el Padre Isaías Barriga, desde su llegada a Tabacundo, hace ya 50 años.
lunes, 4 de abril de 2011
Radios Católicas que promueven el desarrollo comunitario *
Por José Mármol
En Ecuador, alrededor de 35 emisoras pertenecen a la Iglesia Católica. De estas, 13 son afiliadas a la Coordinadora de Radio Popular y Educativa del Ecuador, CORAPE, una red que agrupa a emisoras y centros de producción vinculados a procesos de desarrollo social y que tuvo entre sus fundadores a dos emisoras católicas que se han caracterizado por su compromiso de apoyar y acompañar procesos de organización social e indígena: Radio Latacunga, y Radio Guamote.
martes, 2 de marzo de 2010
Himno al Cantón Pedro Moncayo
Letra: Lola Orbe Carrera
Música: Alcibiades Cilio A.
Coro
¡Salve, egregio Cantón de Pichincha
engastado en la quiebras del Ande,
que de Pedro Moncayo el más grande,
luces nombre y acción hechos luz!
fervorosos, tus hijos, te aclaman,
al clarear cada aurora ¡salud!.
I
La genuina belleza que ostenta
Tabacundo, tu gran cabecera,
sabe al beso de la primavera,
amasado de brisa y de sol;
el Mojanda le tiende su lecho
el Granobles, le ciñe su talle,
y ella, digna señora del valle,
es remanso de paz y de amor
II
Te confieren bucólico encanto,
Tupigachi, tu fértil granero,
Malchinguí, con razón, el primero,
del trabajo y progreso adalid;
mirador apacible, Tocahi
la esperanza de fe relicario,
pueblos todos, de blanco ideario:
al terruño y la patria, servir
III
Desde tiempos, remotos, tu ancestro,
tiene sitio de honor en la historia,
del gran Quitu, Atahualpa y la Gloria
y el valor, se forjaron aquí,
fue tu suelo, camino obligado,
de Bolívar y Sucre, prohombres
que dejaron brillando sus nombres,
ya en la paz o el fragor de la lid.
https://soundcloud.com/jonelmar-1/himno-al-cant-n-pedro-moncayo
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