Por José Nelson Mármol M.
Otra vez vamos a recorrer las esquinas de nuestro pueblo para conversar sobre temas de interés.
JUSTO HOMENAJE
Pudimos ser testigos del homenaje que se tributó el pasado 17 de junio a los soldados tabacundeños y del cantón Pedro Moncayo que participaron en el conflicto armado que nuestro país enfrentó al de Perú.
El merecido reconocimiento a más de 50 valientes hombres de nuestro terruño estuvo a cargo de la ahora Asociación de tabacundeños residentes en Quito. A no dudarlo, el acto supo interpretar a tiempo el sentimiento que nuestro pueblo ya lo venía expresando desde cuando conoció que un contingente importante de tabacundeños y pedromoncayenses estuvo presto a colaborar con la defensa de nuestra Heredad Territorial.
El programa fue sencillo en su forma pero extraordinariamente rico en emotividad y gratitud. Fue tal la profundidad que a ratos transmitió el programa que logró quebrar en más de una ocasión la sensibilidad de los presentes. Un digno programa que humedeció los ojos no solo de los condecorados o de sus familias sino de un pueblo grato con el valor y patriotismo de su hijos. Es justo, entonces que desde esta columna, expresemos una sentida felicitación a esta organización de coterráneos en Quito que ha sabido recoger en tan significativo evento el sentimiento de un pueblo que se muestra atento al quehacer de sus hijos.
MAL SIN REMEDIO
Pobre nuestro pueblo que no tiene posibilidades de curar sus dolencias. La segunda semana de junio tuve la ocasión de visitar nuestro Centro de Salud, más con la intención de averiguar la marcha de esa casa de salud, que por cumplir con una gestión particular.
MAL SIN REMEDIO
Pobre nuestro pueblo que no tiene posibilidades de curar sus dolencias. La segunda semana de junio tuve la ocasión de visitar nuestro Centro de Salud, más con la intención de averiguar la marcha de esa casa de salud, que por cumplir con una gestión particular.
Pensé que los arreglos físicos que se realizaron hace algunos años serían también para mejorar sus servicios, pero qué desilusión!. Si bien es cierto sus puertas estaban abiertas, no había un solo médico, ni un residente, ni tan solo una enfermera que pudiera realizar al menos alguna sugerencia para aliviar el dolor del paciente. Entré, recorrí algunas puertas, todas cerradas.
Luego, empero, una ñiña de unos 12 años, talvez, me informó: -No hay nadie. Ingresé no obstante con una cierta curiosidad por el pasillo principal acompañado de la niña en referencia, que se convirtió en mi guia a la sazón. Llegué a lo que se denominaba estación de enfermería, y claro nadie había. Luego tras un biombo veo salir la figura de una conocida amiga que más parecía solo estar cuidando la vieja casona. ¿Está el doctor?, pregunté. Con un aire de picardía no sé por qué me dijo No. Algún médico?, insistí. No, fue su respuesta. Alguna enfermera?, requerí nuevamente, y la respuesta fue "No hay nadie, a quienes vienen les estoy diciendo que se vayan nomás a Cayambe", concluyó. En mis adentros una rabia súbita dio paso mas bien a que esboce una sonrisa, acaso de frustración, porque con esta realidad pensaba que los tabacundeños no tenemos ni derecho a enfermarnos.
"...SACANDO POLVO DEL SUELO.."
Claro, no todo es negro en esta vida. Junio nos ha permitido ver a los tabacundeños (y también a los pocos turistas que llegaron) los colores más variados que reflejaron la alegría y la cultura de un pueblo que no oculta sus raíces. ¡ Qué lindo que se ha bailado el San Pedrito!, "zapateando duro duro...".
Todo estuvo de maravillas: Las tradicionales vísperas con la quema de chamizas y las correteadas de incontables danzantes, y qué decir de las entradas de las comunidades a "ganar plaza" y el desfile del aruchico escolar que también ya se institucionalizó el 29 de junio. Gran participación de todos, y una buena organización del cabildo local. Ahora las ramas siguen llenando de colorido nuestras calles llenas de historia. Bien por ello. La cultura del pueblo no debe morir.
Pero también en estos días el Colegio Nacional Tabacundo estuvo de plácemes. No era para menos. 25 años de un largo camino no es poca cosa, y las autoridades, padres de familia y alumnos se han esmerado por celebrar dignamente las Bodas de Plata de nuestro colegio. Felicitaciones por todos los programas cumplidos. La elección de la reina y el programa artístico y el pregón cumplidos no pudieron ser mejores. Estuvo, diríamos, a la altura de lo que nuestro pueblo se merece, felicitaciones.
NOS FALTA ALGO
Pero, finalmente, no deja de preocupar la indiferencia con la que parece está encarando nuestro pueblo el compromiso deportivo provincial que nos cae encima. Liga Deportiva Cantonal de Pedro Moncayo organizó un festival artístico nunca antes presentado y de gran nivel, pero nuestra gente no responde. Y esto a sabiendas que con ello se buscaba financiar parte de los 60 millones que se requieren para hacer posible una participación digna de nuestro Cantón, en Santo domingo de los Colorados.
Ante estos hechos surge la necesidad de preguntarnos ¿Qué nos pasa a los tabacundeños que no respaldamos las iniciativas que apuntan a hacernos quedar bien? O es que queremos recibir todo a manos lavadas? Si ni a través de un programa artístico de categoría expresamos nuestra colaboración con los esforzados dirigentes de Liga Cantonal, ¿seremos capaces de entregar otro tipo de ayuda?Es preciso que todos arrimemos el hombro para que el compromiso que tenemos no sea la oportunidad para que nuestro pueblo caiga en vergüenza. No desdibujemos esa bien ganada característica de unidad que antes ha llenado de gloria a nuestro cantón.
Tabacundo, Julio, 1995
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