jueves, 19 de octubre de 2000

VIVIR LA DEMOCRACIA


La democracia es un sistema de gobierno que se sustenta en la participación soberana del pueblo.
Lamentablemente en nuestro medio la participación popular solo se ha limitado al cumplimiento de la obligación más que al ejercicio del derecho ciudadano de elegir a sus representantes para la Administración del gobierno nacional, provincial o municipal.

Definitivamente, a la democracia se la ha reducido a un mero acto electoral.

La democracia representativa vigente en nuestro régimen de derecho no ha encontrado los canales apropiados para el ejercicio genuino de una auténtica DEMOCRACIA, en la que se reconozca una participación de todos los sectores sociales, aún de aquellos que no alcanzaron una representación a través del voto.

En muchos de los casos los gobiernos llamados democráticos responden con sus acciones a reducidos grupos de poder y no a favor del conjunto de la sociedad. Pruebas de ello constituyen las decisiones adoptadas en el anterior régimen, en el cual para defender los intereses de los banqueros y financistas de las campañas electorales no se dudó en meterle la mano al bolsillo de la gran mayoría de ecuatorianos, a través del congelamiento y la descomunal devaluación del desaparecido Sucre.

Es preciso entender que una verdadera DEMOCRACIA no admite la política de la imposición sino del diálogo, la concertación y una real participación ciudadana en las principales decisiones de gobierno. El actuar de modo contrario solo atiza el malestar social y la protesta.

Por ello, si bien es saludable que en el cantón Pedro Moncayo se haya conformado una Junta Cívico – Patriótica como un canal que busca una efectiva participación ciudadana en procura de soluciones a los problemas de la comunidad, es cuestionable su posición de pretender desconocer la voluntad popular expresada a través del voto en las elecciones, y un desatino exigir la renuncia de los representantes legítimamente elegidos.

Es necesario vivir la democracia. El Concejo Municipal en pleno, asumiendo a cabalidad la responsabilidad de representar a toda la comunidad, debería reconocer la justa demanda de un amplio sector que exige explicaciones a las denuncias de corrupción que se habrían registrado en la Administración anterior; y, así mismo, se debe esperar de la Junta una actitud de sincera colaboración para enrumbar al Cantón por derroteros de progreso y unidad.

Urge una reflexión serena sobre los problemas del Cantón y abrir las puertas a una participación efectiva de todos los sectores de la sociedad, para lograr las soluciones más adecuadas. Solo así se vivirá una auténtica DEMOCRACIA.
José Nelson Mármol
Editorial, revista Doble Vía, octubre, 2000

sábado, 23 de septiembre de 2000

“QUEREMOS QUE LA GENTE NOS AYUDE”:Dice concejal Santiago Changoluisa


ENTREVISTA
Por José Nelson Mármol
Con un rostro de preocupación, Santiago Changoluisa, concejal y presidente de la Comisión de Feria, se moviliza de un lado al otro del recinto ferial, donde se cumple la Expo Feria TABACUNDO 2000. Varias personas, expositores, artistas., acuden en su busca con inquietudes que deben ser solucionadas al momento. “Díscúlpeme que tengo que cancelar a esa artista”, me dice y se aleja con una chequera y un cuaderno a la mano, cuando casi nos disponíamos al diálogo. El sonido ensordecedor de los parlantes reproducían las canciones de los artistas contratados para amenizar la Feria. Casi a gritos debimos conversar para poder escuchar el intercambio de preguntas y respuestas. Con una inocultable tensión por la poca colaboración que, a su decir, está dando la población urbana y las actitudes de la Junta Cívica, se inicia el diálogo.
¿Cómo mira la participación de los expositores en esta Feria?
He visto que la participación de los artesanos, sobre todo de los de afuera, ha crecido. Hace cuatro años había solo 30 expositores, ahora los participantes son al menos 80, y esto llena de satisfacción, porque además los comerciantes señalan que aquí les va bien en sus ventas.
¿Del total de expositores, cuántos son de Tabacundo?
Yo creería que casi un 50%, porque no solo son artesanos sino pequeños productores que están trabajando en proyectos con la ayuda de ONGs como visión Mundial, Fundación Brethren. En esta feria ya se puede observar una variedad de ofertas, desde viajes hasta planes de vivienda.
¿Satisfecho con la respuesta?
No totalmente porque creo que hay que pensar en algo más, pero para lograrlo se requiere del apoyo de varias instituciones y de la ciudadanía.
A la Feria se le ha acompañado con festivales artísticos ¿Cuánto gasto demanda eso?
Hemos tratado de ofrecer una variedad de actos que promuevan el desarrollo de actividades culturales. El costo no es mayor porque a la mayoría de artistas solo se les ayuda con el transporte y el refrigerio. Son pocos los artistas que cobran por su presentación como algunos de Cayambe que cobran 20 USD, pero creo que vale la pena y espero que la ciudadanía sepa valorar.
En general ¿cómo evalúa la participación de la población en estas fiestas?
Nosotros hemos invitado a todos para que participen en la organización cuando se formó el comité de fiestas, lamentablemente –no quiero analizar las razones – pero se ha notado una apatía de la población urbana. En la primera sesión varios dirigentes se comprometieron a apoyar pero luego desaparecieron, por lo que el Concejo Municipal decidió sacar adelante las fiestas, porque no se puede mezclar las fiestas con ciertos problemas que pueden existir. Por eso estamos trabajando y ojalá que algún día la gente reflexione y se dé cuenta que si queremos que nuestro cantón muestre otra imagen, a quienes nos visitan por las fiestas.
¿Encuentra alguna justificación para la apatía de la gente, que usted refiere?
Creo que hay dos razones. La una es la crisis económica que se siente. La gente prefiere cubrir sus necesidades más vitales, atender matrículas, uniformes y otros gastos urgentes. Y la otra es el supuesto problema con la administración municipal, que yo creo que no tiene fundamentos, lo que ha generado que la gente se mantenga al margen sin participación. Pero la gente del campo es diferente. Ahí hay organización que merece destacarse, y eso se demostrará en el desfile de las comunidades este domingo.
Si hay malestar ciudadano por las denuncias a la administración anterior, ¿hay la disposición de la actual Administración para que esto se aclare?
Realmente sobre este tema yo no quiero hablar. Creo que eso se debe hablar en otro momento. Hoy solo quiero hablar de las fiestas.
Pero en algún momento ¿habrá algún pronunciamiento?
Lógicamente. Yo aspiro que los organismos competentes en unos cuantos días o semanas emitirán la resolución y ahí veremos cuál es la verdad de los hechos, que la gente cree que nosotros estamos ocultando o tapando.
Cuando ello ocurra ¿se deberá llamar a la unidad del pueblo, que tanta falta hace en los actuales momentos?
Siempre estamos llamando. Lamentablemente hay gente que, no sé que tiene contra la Administración, ve solo lo negativo, no lo positivo. Lamentablemente falta conciencia en la gente, no reconoce la grandiosa obra del canal de riego y otras obras que se han logrado. Ojalá a futuro cambie esta situación. Lo que queremos es personas, instituciones que apoyen con ideas, que participen. No creo que la gente debe participar solo cuando hay problemas. Yo hago un llamado a deponer actitudes negativas y pensemos que nuestro cantón en dos o tres años va a ser otra cosa y debemos prepararnos para eso.

A RECUPERAR LA VOZ

Un pueblo no puede vivir al margen de la comunicación, al margen de la información.

El desarrollo de la humanidad, en todas sus facetas, no habría sido posible sin esta savia vital. Por ello, con razón se dice que la historia de la comunicación es, en parte, la historia de la humanidad.
Y en nuestro cantón, la comunicación, a través de diferentes medios, también ha marcado la impronta de las inquietudes y anhelos; angustias y esperanzas; éxitos y fracasos de un pueblo que mira al futuro.

Varias iniciativas de comunicación masiva tomaron el pulso y compartieron el latir del pueblo, en distintos momentos. Algunas, cierto es, tuvieron una presencia fugaz en el tiempo; No obstante, también se recuerda con algo de nostalgia experiencias que dejaron huellas por su permanencia, impacto e influencia en la comunidad pedromoncayense. Sea oportuno destacar, por ejemplo, la presencia de la recordada revista de información y opinión LA ESQUINA, durante la década de los 80, y más recientemente la también importante revista ENFOQUE, que tomó la posta durante la década de los 90, esfuerzos periodísticos que fueron tribuna de expresión democrática y pluralista.

Ahora, a la vuelta de casi dos años en que estas iniciativas no pudieron continuar con su tarea de mantener informada a la comunidad, pareciera que el pueblo se hubiera resignado al silencio y a convivir con el rumor y la crítica malsanas, que han herido gravemente la unidad de la sociedad tabacundeña y del Cantón.

Frente a esta crítica realidad, se hace necesario levantar la voz para buscar el diálogo que conduzca al logro de acuerdos básicos que permitan al pueblo avanzar, respetando los criterios divergentes y aquilatando las propuestas de cambio que miran al desarrollo comunitario.
DOBLE VIA, que sale a luz en un período de una muy preocupante división, marcada por discrepancias partidistas, al parecer irreconciliables, y graves denuncias de corrupción en la anterior Administración municipal, pretende convertirse en el canal que suscite el reencuentro de una comunidad que es heredera de grandes hazañas, forjadas en base del trabajo fecundo y solidario.

DVCon esta invocación a la unidad, DOBLE VIA abre sus páginas a todas las inquietudes ciudadanas, con un espíritu universal, y con el compromiso de defender la libre expresión y de luchar contra la corrupción y la pobreza.
José Nelson Mármol
Editorial de la revista Doble Vía, Septiembre,2000

lunes, 19 de abril de 1999

PRIMER CAMPEONATO BARRIAL DE CABES

Presidente de Concentración Deportiva de Pichincha inaugura en Tabacundo:

Tabacundo. Todo se encuentra listo para dar inicio a la gran fiesta del trompo gigante en Tabacundo. El presidente de la Concentración Deportiva de Pichincha, Aparicio Vega inaugurará el sábado 24 de abril, a las 14h00, el primer campeonato interbarrial de cabes, en el que participarán al menos ocho equipos que representarán a igual número de barrios de Tabacundo. La tarde deportiva será amenizada por una conocida banda de músicos y con varias expresiones de alegría.

LOS CABES, UN DEPORTE ANCESTRAL Y SUIGÉNERIS
Desde tiempos inmemoriales se juega en Tabacundo este popular deporte que consiste en lanzar una bola de madera de aproximadamente 5 centímetros de diámetro con un trompo gigante de madera en rotación que puede pesar hasta dos libras.

Los jugadores deben coger en la palma de la mano el trompo en rotación y pegarle a la bola, de tal suerte que ésta llegue lo más lejos posible. De este modo, el equipo que más pronto logre completar el recorrido y llegue a la meta se convierte en el ganador de la competencia. La distancia que debe recorrer la bola tras los sucesivos lanzamientos dados por cada uno de los jugadores inscritos en los equipos es de aproximadamente 1 kilómetro.

El juego más que de fuerza es de habilidad porque implica una técnica especial para dar el golpe preciso a la bola para que ésta alcance la mayor distancia posible con relación al sitio de lanzamiento.

Este popular deporte se lo cultiva y practica casi con exclusividad en Tabacundo, en la provincia de Pichincha y en Cotacachi, en la provincia de Imbabura, pero lamentablemente todavía no es reconocido por los órganos que rigen el deporte cantonal, provincial y nacional, por lo que los organizadores del torneo buscan promocionar esta actividad en la perspectiva de que a mediano plazo se convierta en otro deporte de competencia en las olimpiadas provinciales, que cada dos años organiza la Concentración Deportiva de Pichincha.

El presidente de la Matriz del Deporte Provincial, Aparicio Vega, ha aceptado ser el Padrino de este primer torneo interbarrial, y como tal inaugurará el torneo de CABES en Tabacundo.

José Nelson Mármol

jueves, 19 de febrero de 1998

REORIENTAR EL TRABAJO DE LOS MEDIOS DE COMUNICACION DE LA IGLESIA, UNA MISION URGENTE

José Nelson Mármol

Hay que buscar, a través de los medios de comunicación social, "...una auténtica evangelización y se escuche la voz de los más marginados" ( LINEAS PASTORALES, Documento de aplicación de Santo Domingo a la Iglesia en el Ecuador, 554).

A diario la prensa, la radio y la TV vehiculan informaciones que dan cuenta de acontecimientos que, si bien es cierto se registran, nos muestran un permanente proceso de deshumanización en el que se halla la sociedad contemporánea. El crimen, la violencia, las guerras, amén de mensajes manipulados con afanes de imponer una cultura diferente, y estimular el "hedonismo y consumismo"[1] parecerían ser los temas de mayor interés en la agenda informativa de los Medios de Comunicación. Y mejor si estos temas se los trata con un sensacionalismo tal que haga al producto vendible.

Entre tanto, la pobreza extrema que cada vez es mayor en todo el mundo apenas se trata muy superficialmente, a tal punto que en muchos de los casos constituyen solo cuestiones de relleno en las ediciones que llegan a nuestros hogares.

La cuestión se torna más preocupante aún cuando los propios Medios de Comunicación que se hallan en manos de la Iglesia, o que participan de este espíritu, caen también -aunque no de manera deliverada- en esta cadena, acaso por la falta de una orientación clara sobre el DEBER SER, de la misión y la dimensión evangelizadora que se recomienda en una ya abundante documentación sobre comunicación producida por la Iglesia, y la ausencia de ese compromiso de denunciar la injusticia y acompañar en las luchas de los sectores más marginados de la sociedad que debe caracterizar a un comunicador católico.

El derecho a la comunicación pertenece a todos[2], sin embargo una mirada somera a lo que en el día a día ofrecen los medios de Comunicación hace posible advertir cómo la información pertenece a escasísimos sectores, a aquellos que a su vez detentan el poder económico y político.

La iglesia ecuatoriana, en su Documento preparatorio para la IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano, reunido en Santo Domingo, en el capítulo de la "Visión Pastoral de la Realidad Social, en la parte de la Situación socio-política", ya denunció esta situación al señalar que "Los medios de comunicación social están en pocas manos. Es verdad que no han dado toda la importancia a la realidad indígena. La televisión, especialmente, es portadora de antivalores de la cultura adveniente (consumismo, hedonismo) destruyendo valores fundamentales", y en otra parte del diagnóstico hecho por los obispos ecuatorianos se agrega que "la información que proporcionan los medios de comunicación están impregnados de materialismo, utilitarismo y pornografía"[3].

Esta realidad exige que miremos con mayor atención el trabajo que cumplen los medios de comunicación en general, pero en particular a aquellos que se hallan en manos de la Iglesia, para buscar los correctivos que una sociedad de justicia demanda. Para ello considero necesario que la Iglesia ecuatoriana, acogiendo la recomendación de la Instrucción Pastoral del Pontificio Consejo para las Comunicaciones sociales, busque "entablar un diálogo honesto y respetuoso con los responsables de los medios de comunicación"; priorice la elaboración de una Política de Comunicación que oriente el trabajo de los medios que tiene la iglesia, y fundamentalmente se privilegie un programa de formación y capacitación de los comunicadores sociales que trabajan en los medios de comunicación de Iglesia. Solo así se logrará que la comunicación social respete la condición humana de la persona y participe "en el desarrollo integral de la persona que comprende la dimensión cultural, trascendente y religiosa del hombre y de la sociedad"[4].

[1] Cf. 280 del Documento de la IV conferencia General del Episcopado Latinoamericano.
[2] Cf. Instrucción Pastoral del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, Aetatis Novae, apartado 10.
[3] LA COMUNICACIÓN EN SANTO DOMINGO, Mons. Juan Luis Isern, DECOS-CELAM, 1995
[4] Juan Pablo II, Solicitude rei socialis, 46, citado en Aetatis Novae, 7

lunes, 19 de enero de 1998

"El tiempo pasa..."


José Nelson Mármol M. (*)

"El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos...". Cuánta razón tiene Pablo Milanés al sintetizar en un solo verso de su popular canción el giro ineluctable de la vida.

Ayer nacimos, hoy vivimos el presente, a veces sin reparar en esa sucesión interminable del tiempo hasta que en un momento decidimos, consciente o inconscientemente, volver los ojos a las hojas del calendario para revisar las cosas que hemos vivido. Solo ahí nos es posible dimensionar los días que han pasado y las cosas realizadas y que guardan la huella innegable de la pátina. Independientemente, claro está, de que esos recuerdos correspondan a los momentos, en más o en menos, gratos o felices que hayamos vivido.

"El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos..." Cuánta verdad y cuánta falta nos hace mirar de cuando en cuando el pasado, para alimentar el presente con esa inagotable fuente de la experiencia que nos deja lo cotidiano, para evitar los errores en el futuro, que se nos abre día a día.

"El tiempo pasa.." me recuerda Pablo, pero Manzanero viene también con su verso canción para decirnos que aunque muchas cosas han pasado, "parece que fue ayer...", si viven en nuestra memoria. Eso ocurre en este momento en que pienso que "parece que fue ayer..." que el país todo se vio envuelto, sin haberlo deseado, en una guerra no declarada con nuestro siempre expansionista vecino del sur; no obstante, han pasado ya más de tres años. Todos recordamos estos momentos de dolor y de gloria, porque todos fuimos partícipes de la defensa de nuestra heredad, al unísono de NI UN PASO ATRAS.

Tres años han pasado, pero qué grato es recordar que hubo momentos en que de la entraña sufrida y dividida de un pueblo víctima de corruptelas y politiquerías, surgió lo que en su momento se denominó un NUEVO ECUADOR. Un país que se mostró gigante, no por su extensión territorial -que por el contrario nos ubica como uno de los más pequeños de sudamérica-, sino porque supo aprovechar el mejor capital con que cuenta: el humano; y porque ello supuso también la óptima utilización de los limitados recursos bélicos para la defensa.

Todo el pueblo pudo seguir de cerca lo que acontecía en esos aciagos días gracias a la ágil y efectiva tarea cumplida por nuestro medios de comunicación social, acción en la cual los periodistas nos ubicamos en nuestras propias trincheras y desde ahí demostramos a la comunidad internacional la verdad sobre la nueva agresión del Caín de América. A esta gran misión de nuestros soldados, del pueblo y del gobierno, se sumó la gestión franca de nuestra diplomacia, que obligó al gobierno del sur a reconocer que había un problema que debía ser resuelto, y que para ello se hacía impostergable iniciar un proceso de negociación, que continúa hasta estos días, y que esperamos concluya con la suscripción de un acuerdo de paz que reconozca la dignidad de todo un pueblo que supo decir basta al expansionismo y al militarismo peruano. De no haber mediado la conjunción voluntades y esfuerzos a lo mejor a esta hora se habría impuesto el designio expansionista de unas fuerzas armadas peruanas que, además necesitaban lavar una imagen minada por la vinculación del alto mando militar con las drogas.

Cuánta sangre se derramó en la frontera, pero a Dios Gracias la pesadilla de la guerra terminó luego de cinco semanas de tensión y angustia; de dolor y lágrimas, que deben ser defendidas con honor y sin claudicaciones en la mesa de negociaciones.

* Corresponsal de Defensa Nacional, tercera promoción. CPP-708

miércoles, 10 de septiembre de 1997

PRESENTACION DE LA OBRA R E L A T O S C O R T O S

Miércoles 10 de septiembre de 1997

Con enorme satisfacción he atendido la cordial invitación que me formuló Oswaldo hace algunos días para estar presente en este acto, no únicamente por el grado de amistad y algo de familiaridad que mantenemos, ni por el espíritu de cuerpo -por decir de alguna manera a ese sentimiento de solidaridad profesional como periodistas que somos-, sino, sobre todo, porque soy un convencido de que para los tabacundeños debe ser un deber ineludible respaldar las gestiones y trabajos que revelan que nuestra Tierra sigue siendo una cantera inagotable de cultura. Por ello, antes de iniciar este encargo quiero expresar mi agradecimiento especial, sincero e íntimo, a Oswaldo Mantilla Aguirre por haberme distinguido, inmerecidamente por cierto, con el alto privilegio de compartir unas cuantas palabras en este acto de trascendental importancia en la vida cultural de nuestro pueblo.

La verdad, no sé si lo que pueda decir en esta noche logre cumplir este difícil encargo, sin embargo ya que lo acepté intentaré presentar estos relatos cortos con una visión no del crítico literario sino apenas del periodista, del comunicador que se enfrenta a diario con la misión de reflejar con la mayor objetividad posible los hechos que nuestra sociedad produce.

Con este antecedente, que era necesario precisarlo, quisiera sintonizar el pensamiento del autor de estos relatos, y aunque puede parecer muy pretencioso, quisiera compartir también el criterio de todos quienes están presentes en este acto y de quienes se quieran dar el placer de revivir escenas, costumbres y tradiciones que el tiempo parece haberlas depositado en un baúl de ingratitudes, y que Oswaldo los rescata y presenta con una sencillez tal que nos invita a no olvidar pasajes de nuestra cultura popular.

Relatos Cortos, así ha titulado Oswaldo a su obra que es, desde mi personal visión -y en esta parte les pido me disculpen que invada brevemente la orilla estricta del comentario y análisis que se hará de este trabajo-, un conjunto pequeño de escritos que se inscriben más en el género periodístico de la crónica histórica y costumbrista, pero que no obstante logra con acierto coquetear con el perfil literario. Esto revela con integridad que Oswaldo ha cumplido y sigue cumpliendo ese compromiso de ser el historiador del tiempo presente, como se considera el trabajo de un comunicador social. Pero antes de intentar entrar en un detalle no minucioso, aunque sí más específico de lo que integra esta obra, podemos decir que quizá es posible distinguir en el conjunto de relatos tres partes claramente diferenciadas: los tres primeros escritos que se presentan nítidamente ubicados en el escenario de nuestro pueblo natal; una segunda parte que corresponden a facetas más particulares y un apéndice que constituye una suerte de regalo para el lector, un breve diccionario humorístico en el que se conjugan con ingenio escenarios y definiciones más generales o comunes para todo aquel que lea el libro.

Para quienes conocemos de cerca la trayectoria profesional de Oswaldo, estos relatos cortos significan no solo una constatación más de su preocupación por dejar una huella sobre ese inmenso vagaje de tradición y cultura del pueblo al que nos debemos; es, sobre todo, la ratificación de esa recóndita pasión por escribir con esa visión del testigo que participó de esas amenas reuniones familiares o de amigos en las que, efectivamente, el tema de atención central constituía las historias o fantasías de duendes o huacaiciques; brujas voladoras o cajas roncas, o en fin, cuentos que en la niñez que nos tocó vivir nos ponían "los pelos de punta", como dice Oswaldo, pero que nos encantaban escuchar.

Y creo que cuando el autor nos cuenta esos momentos lo hace desde dos perspectivas: desde la narración descriptiva de sitios como la calle real, la antigua casa de la plazuela, el parque, o habla de los faros que alumbraban las oscuras noches tabacundeñas. Por eso decía yo que más se aprecia en su trabajo el desarrollo periodístico del relato, pero que es posible descubrir rasgos de picardia de la narrativa literaria en hipérboles como que la gente en el pueblo se conocía de tal manera que era posible que alguien supiese inclusive del "lunar de debajo del calzoncillo". Con un breve escrito sobre esta característica del pueblo hasta entrada la segunda mitad del presente siglo empieza Oswaldo su pequeña obra; luego se descuelga en otra característica de nuestra niñez que era precisamente la de no depender de la tecnología para crear y confeccionar los juguetes que hicieron en su momento que nuestra vida lúdica sea plena y sin complejos. Nos habla en su segundo relato sobre la inventiva infantil para hacer el tractorcito al que se lo daba vida, por decir de alguna manera, con los materiales más simples, como un carrete, un elástico y cera, aunque siempre respaldados en las leyes de la física y la propulsión.

Luego Oswaldo nos hace un exhorto a que no dejemos morir esa tradición de fin de año y año nuevo: los remedadores que tan comunes eran en nuestro pueblo y que revelaban la picardía de nuestra gente, con lo que gozábamos a más no poder con las ocurrencias de los agraciados imitadores de la temporada de inocentes. Y finalmente Oswaldo trae a nuestra memoria algunas características de lo que hace algunas décadas eran las corridas populares de toros en nuestro pueblo, cuando quizá más que hoy se vivía la fiesta brava de una manera muy especial. Nos recuerda que el ganado que era lidiado era de las haciendas de Mojanda, Santa Gertrudis, Guaraquí o Santa Mónica, lo que ahora sencillamente ya no es posible; nos habla de cómo eran arreados los toros y de los arriesgados personajes del toreo como el fullico Cisneros, el Aníbal colada, el Cholo Torres o el Conejo Miguel, entre otros.

Hasta aquí el escritor nos presenta un escenario de acontecimientos y tradiciones ambientados en nuestro pueblo. Los otros tres relatos (Trinity en la 24, Quito intermitente y Noches movidas) corresponden más bien a vivencias más particulares de personas que se ven enfrentadas a anécdotas suigeneris como la de no poder disfrutar de una función de cine, pese al esfuerzo económico realizado y el desbordante deseo de los adolescentes tío y sobrinos, por la inmensa multitud que acudió con tal propósito; o la ingenua curiosidad del hermano menor del estudiante que salió a Quito por saber cómo era posible que su hermano escribiera cartas en la noche si él había contado ya que las luces de Quito eran intermitentes, y finalmente nos cuenta de una singular experiencia del joven que se ve enfrentado a una impensada noche movida en una boat quiteña.

El trabajo finaliza con un diccionario humorístico que, como ya había señalado antes, nos ofrece definiciones y ocurrencias que revelan la chispa para dar un giro a la vida y consigue arrancarnos sonrisas en un tiempo de caras largas, muy comunes en nuestra sociedad postmoderna llena de prisas y preocupaciones.

Quien tenga en sus manos estos relatos cortos va a tener la oportunidad de disfrutar de estos escritos sencillos y profundos a la vez que nos ofrece en esta oportunidad Oswaldo, a quien felicito con sincera emoción.

José Nelson Mármol M.