lunes, 19 de enero de 1998

"El tiempo pasa..."


José Nelson Mármol M. (*)

"El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos...". Cuánta razón tiene Pablo Milanés al sintetizar en un solo verso de su popular canción el giro ineluctable de la vida.

Ayer nacimos, hoy vivimos el presente, a veces sin reparar en esa sucesión interminable del tiempo hasta que en un momento decidimos, consciente o inconscientemente, volver los ojos a las hojas del calendario para revisar las cosas que hemos vivido. Solo ahí nos es posible dimensionar los días que han pasado y las cosas realizadas y que guardan la huella innegable de la pátina. Independientemente, claro está, de que esos recuerdos correspondan a los momentos, en más o en menos, gratos o felices que hayamos vivido.

"El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos..." Cuánta verdad y cuánta falta nos hace mirar de cuando en cuando el pasado, para alimentar el presente con esa inagotable fuente de la experiencia que nos deja lo cotidiano, para evitar los errores en el futuro, que se nos abre día a día.

"El tiempo pasa.." me recuerda Pablo, pero Manzanero viene también con su verso canción para decirnos que aunque muchas cosas han pasado, "parece que fue ayer...", si viven en nuestra memoria. Eso ocurre en este momento en que pienso que "parece que fue ayer..." que el país todo se vio envuelto, sin haberlo deseado, en una guerra no declarada con nuestro siempre expansionista vecino del sur; no obstante, han pasado ya más de tres años. Todos recordamos estos momentos de dolor y de gloria, porque todos fuimos partícipes de la defensa de nuestra heredad, al unísono de NI UN PASO ATRAS.

Tres años han pasado, pero qué grato es recordar que hubo momentos en que de la entraña sufrida y dividida de un pueblo víctima de corruptelas y politiquerías, surgió lo que en su momento se denominó un NUEVO ECUADOR. Un país que se mostró gigante, no por su extensión territorial -que por el contrario nos ubica como uno de los más pequeños de sudamérica-, sino porque supo aprovechar el mejor capital con que cuenta: el humano; y porque ello supuso también la óptima utilización de los limitados recursos bélicos para la defensa.

Todo el pueblo pudo seguir de cerca lo que acontecía en esos aciagos días gracias a la ágil y efectiva tarea cumplida por nuestro medios de comunicación social, acción en la cual los periodistas nos ubicamos en nuestras propias trincheras y desde ahí demostramos a la comunidad internacional la verdad sobre la nueva agresión del Caín de América. A esta gran misión de nuestros soldados, del pueblo y del gobierno, se sumó la gestión franca de nuestra diplomacia, que obligó al gobierno del sur a reconocer que había un problema que debía ser resuelto, y que para ello se hacía impostergable iniciar un proceso de negociación, que continúa hasta estos días, y que esperamos concluya con la suscripción de un acuerdo de paz que reconozca la dignidad de todo un pueblo que supo decir basta al expansionismo y al militarismo peruano. De no haber mediado la conjunción voluntades y esfuerzos a lo mejor a esta hora se habría impuesto el designio expansionista de unas fuerzas armadas peruanas que, además necesitaban lavar una imagen minada por la vinculación del alto mando militar con las drogas.

Cuánta sangre se derramó en la frontera, pero a Dios Gracias la pesadilla de la guerra terminó luego de cinco semanas de tensión y angustia; de dolor y lágrimas, que deben ser defendidas con honor y sin claudicaciones en la mesa de negociaciones.

* Corresponsal de Defensa Nacional, tercera promoción. CPP-708